Las buenas conversaciones tienen un montón de manijas

— Abrime el laberinto 🚪

Esto es un ensayo exploratorio un poco denso y largo. Puede requerir entre 20 y 30 minutos de buena atención.

1. Resumen resumido

  1. Los humanos usamos modelos mentales para entender el pasado y predecir el futuro.
  2. Al conversar exteriorizamos nuestros modelos, y así los validamos o corregimos.
  3. En una conversación cada interlocutor ofrece elementos que invitan a participar, compartir, indagar, preguntar, replicar. La otra persona elige cómo y cuándo reaccionar a esos elementos.
    • Podemos imaginar a esos elementos como manijas/picaportes de puertas, que invitan a recorrer el laberinto interno.
    • O como tomas/agarres/presas de escalada, que se ofrecen para escalar el muro de cada uno.
    • Son lo que te ofrezco para que sigamos hablando.
  4. En las buenas conversaciones abundan las manijas. Se ofrecen muchas. Se agarran muchas.
  5. También se aplica a conversaciones más asincrónicas o más difusamente definidas en el tiempo y el espacio. Incluso conversaciones en las que los interlocutores no están inicialmente definidos.
  6. ¿Qué manijas ofrecés en cada conversación? ¿Cuáles tomás? ¿Por qué?

(Para ciertos humanos, para ciertas conversaciones, para ciertas definiciones de "buenas"… Es solo un modelo.)

2. Introducción: modelos, y el diálogo como herramienta modeladora

Modelo:

Desde hace unos meses/años vengo cristalizando y simplificando algunas ideas sueltas que acarreaba, usando el concepto de modelos (mentales), según aquella acepción. Usamos esas abstracciones/simplificaciones todo el tiempo, para:

Intentemos enunciar difusamente algunos ejemplos concretos:

En unos días me toca mi partido de fútbol anual y tengo que reactivar la magia 🤌🏽. En mi mente (¿y cuerpo?) se activará el modelo de la pelota de fútbol —conscientemente o no—, y lo usaré junto a muchos otros modelos (de la cancha, de mi cuerpo, de los otros cuerpos, del deporte fútbol, de la física de los objetos en la Tierra) para decidir —conscientemente o no— qué hacer en cada momento del partido.

Entonces, los modelos son lo que usamos para predecir el futuro, y actuar en consecuencia. Parecen importantes, ¿no? Pero: ¿cómo los construimos? Creo que hay mucha construcción pasiva, innata, y también mucha cuestión un poco más consciente. Hay construcción en la reflexión, y suele haber reflexión cuando hay fricción o error, disonancia entre la realidad y lo predicho por el modelo. Hay modelos que pueden mejorarse fácilmente contrastándolos con la realidad, pero para otros el empirismo es muy caro o impracticable.

Aparece entonces la conversación como herramienta para (intentar) compartir modelos usando el lenguaje. Entre otras cosas, compartir puede ser útil en estos sentidos:

Digamos que vos y yo estamos charlando:

Los humanos hablamos un montón de cosas, pero creo que no es difícil ir al extremo de pensarlas a todas como modelos que exteriorizamos con el lenguaje. Y, si creemos que tener buenos modelos es útil, entonces tener buenas conversaciones es útil para tener buenos modelos, aunque sea un poquito. Y en esas líneas quiero aquí dar vueltas sobre el ensayo corto Good Conversations Have Lots of Doorknobs, donde el autor Adam Mastroianni explora algunos modelos que intentan predecir cuándo se dan buenas conversaciones.

3. Focos y manijas

Trataré aquí de sucintamente describir el artículo de Adam.

3.1 Dar el foco vs tomar el foco

En el teatro improvisado la atención del público va alternando entre los distintos actores, y la magia depende de que estos puedan mantener cierta coherencia narrativa (y provocativa), con las cabezas a toda velocidad inventando lo que sigue a partir de lo que acaba de pasar. Si el foco de atención recae mucho tiempo en la misma persona, esta puede quedarse sin ideas y la escena estancarse; si está mucho tiempo en la misma persona, los otros no pueden desarrollar sus ideas y personajes. Así que hay cierto equilibrio dinámico del foco, que es tomado por alguien que interrumpe, o pasado a otro para que se haga cargo.

En un experimento relacionado con las conversaciones (Do conversations end when people want them to), Adam observó algunas charlas extendiéndose con entusiasmo y otras apagándose tristemente, y se le ocurrió una posible explicación relacionada con aquello que había experimentado haciendo teatro. La idea, entonces, se basa en un simple modelo binario para describir a las personas en una conversación: están los tomadores de foco y los dadores de foco —donde foco es el foco de atención, la luz enfocada en el escenario—.

La hipótesis inicial es que las buenas conversaciones se dan cuando las dos partes asumen el mismo modelo conversacional, o sea que se trata de dos dadores de foco o de dos tomadores de foco. Y los problemas se dan cuando se trata de una persona tomadora de foco contra una persona dadora de foco: el foco termina siendo asimétrico y el tomador de foco se lleva mucho más tiempo de charla —y quizás sin disfrutarlo o sintiendo desinterés—. Ambas partes sienten que el otro está equivocado en su forma de conversar.

Es un modelo muy simple, y estático, cuando en la realidad muchas veces los roles van variando durante la charla. Incluso así, incompleto como todo modelo, puede ser útil para analizar aspectos de la realidad.

(En los comentarios del artículo encuentro también otras analogías para describir la misma dinámica: entrevistadores-voluntarios, o quienes preguntan versus quienes ofrecen. )

3.2 Manijas / tomas

Adam propone que el modelo de dadores-tomadores no alcanza para predecir buenas conversaciones, incluso en las condiciones ideales de coincidencia dador-dador o tomador-tomador. A continuación, Adam se enfoca en una característica más propia del contenido de la conversación que del estilo de quienes dialogan. Su modelo mejorado incluye manijas, y la hipótesis mejorada es que las buenas conversaciones tienen muchas manijas.

Uso "manijas" porque es lo que me surgió naturalmente en mi lugar del mundo, pero quizás más entendible sería usar "picaportes". Otra analogía útil para cierto público es la de tomas o presas o agarres de un muro de escalada. Valen todas. Vamos de nuevo: las buenas conversaciones tienen muchas manijas/picaportes (o tomas/presas). ¿Qué significa esto?

En realidad, la premisa es que las buenas conversaciones tienen muchas affordances o posibilidades de acción/uso. Las cosas de tu entorno te posibilitan acciones: el picaporte de una puerta ofrece a un humano la posibilidad de abrirla; un banco en un parque ofrece la posibilidad de sentarse; en un muro de escalada, un cuerno te invita a colgarte con confianza para seguir subiendo. (Discutamos mejor el término y la traducción más abajo.)

En una conversación, estas posibilidades de acción son cosas como los cambios de tema, confesiones, declaraciones fuertes; todas cosas que invitan a la réplica, elementos que invitan a participar. Pueden ser detallitos, o cosas grandes. Muchas salen de la charla trivial, y se meten en lo íntimo, en la percepción personalísima.

Las analogías, entonces, son que en una conversación:

🚪Dicho de otra forma: ¿qué te ofrezco para que sigamos hablando? Eso son las manijas.🚪

Y ahora voy con algo textual (traducido, claro) (original):

Lo que más importa, entonces, no es cuánto foco damos o tomamos, sino si ofrecemos y aceptamos affordances. Los tomadores pueden ofrecer manijas grandes, muy agarrables ("Me resulta bastante rara esa gente que trata a sus perros como bebés"), o no tanto ("Les voy a contar la trama de Must love dogs"). Una buena ejecución de tomar el foco hace que el otro lado quiera también ("¡Sí! Unos amigos me pidieron que fuera el padrino de su Schnauzer, es muy loco" — "¡¿Qué?! ¿Hicieron una ceremonia?"). De forma similar, algunas preguntas tienen manijas ("¿Por qué pensás que vos y tu hermano terminaron siendo tan distintos?") y otras no ("¿Cuántos de tus abuelos todavía viven?"). Pero incluso entregar el foco así sin posibilidades de acción puede ser recibido por un tomador de foco que las crea ("Todavía me queda una abuela viva, y bastante seguido pienso en todo el conocimiento que tiene —cómo criar una familia, cómo sobrellevar una tragedia, como hacer pan de zucchini y chocolate—, y me dan ganas ansiosas de aprender de ella mientras todavía puedo").

Adam comenta algunas otras observaciones (algunas basadas en experimentos formales, pero en psicología hay que tomar aún más con pinzas) relativas a las conversaciones, tanto en aquellas en las que se comparten modelos explícitamente, como en las que tienen más el objetivo de compartir momentos, risas, emociones. Intento resumir las que creo válidas:

Y una última hipótesis, sobre lo que sucede cuando yo tomo el foco para hablar de cosas que me interesan, y únicamente te lo doy para que hables de cosas que a mí me interesan:

La razón principal por la cual no creamos más posibilidades de acción, sin embargo, es por puro egocentrismo.

La conclusión es que en una buena conversación (disfrutable, que no se quiere terminar, atrapante, interesante) abundan las manijas: cada interlocutor ofrece un montón de posibilidades de acción —de todo tipo, tamaño y color—, y también toma algunas de las que el otro lado ofrece. Dar y recibir. Compartir.

4. A otra escala también es escalar

Entiendo que el ensayo de Adam se refería exclusivamente a las conversaciones síncronas, especialmente a las habladas, e incluso específicamente a lo que llamaríamos una "charla": un diálogo continuo sin objetivo específico. De hecho, eso se ajusta muy bien a la definición de la palabra:

Conversación:

Pero creo que también podemos aplicar los mismos principios a diálogos que se dan en otras escalas de tiempo y espacio, y que por momentos incluso parecen monólogos. Conversaciones asincrónicas e incluso indirectas: quizás yo converso con un intermediario —hablo con Diógenes a través de quienes recopilaron sus ladridos—. "Conversaciones en sentido figurado", "conversaciones metafóricas", "conversaciones transtemporales", ¿"transconversaciones"?… no encuentro algo que me cierre, así que me quedaré con "conversaciones" entre comillas y ya.

Por ejemplo, este texto puede verse como parte de un diálogo entre yo y Adam, y aquí estoy yo de alguna manera replicando a su ensayo. Es posible que él nunca lo lea, y el concepto de diálogo se quede ahí; pero fue diálogo, al menos durante un intercambio —durante medio turno o uno entero, con un mensaje que no llegó (y tal vez nunca pretendió llegar)—. Y pudo ser porque él lo publicó (en un medio al que yo pude acceder) y porque yo lo encontré (porque alguien lo compartió en otro lugar). Publicar es crear una posibilidad de acción. Publicar es ofrecer la primera manija.

Llevado al extremo, podemos pensar a toda acción de nosotros como una potencial conversación con otros. Conversaciones imperfectas que están esperando. Y cada cosa que hacemos/decimos —que esté expuesta, dispuesta a ser percibida— es una manija de una puerta hacia nuestros laberintos, una toma de nuestro muro esperando ser usada.

En estas "conversaciones" de larga duración el sustrato es más extenso y heterogéneo: se me ocurren internet y sus ventanas públicas (páginas, blogs, redes sociales, foros, videos, música), o la realidad entera a través de lo público (libros, pósteres, eventos, arte, artículos). Cada cosa pública, en fin. Cada obra.

Los "ofrecimientos" o posibilidades de acción pueden ser tan difusos como los sustratos, y tal vez en estas conversaciones hay mucha más responsabilidad de quien agarra las manijas que de quien las ofrece. Y no es menor el hecho de que las manijas están limitadas por el medio en que se desarrolla el intercambio.

Pero definitivamente hay para ofrecer. Imagino este texto, en esta página personal, como ejemplo: ¿qué manijas hay, qué posibilidades de acción se presentan al lector? O mejor: ¿qué ofrezco para que sigamos hablando? Se me ocurren:

Quizás no es mucho, pero es infinitamente más que si yo no hubiese publicado este texto. Y eso último me lleva a una última idea: si estuviese hablando de mi todo, de mi persona o alguno de los roles/personajes que encarno… ¿qué manijas ofrezco? ¿Soy asible, agarrable? Exploro más abajo.

5. Etcétera

Algunas ideas un poco sueltas (y sin mucha justificación) que me quedan tras intentar exprimir un poco más lo leído y escrito hasta aquí, porque siempre queda una gota más.

5.1 Notas y análisis

  1. IMPORTANTE: tengo la fuerte intuición de que el modelo del foco y las manijas puede ser bastante malo para predecir buenas conversaciones en personas con rasgos neurodivergentes. Intento algo más preciso y completo: creo que el modelo puede funcionar bien para personas con estilos de comunicación y entendimiento que estén cerca de la media de su grupo social, pero probablemente es bastante malo fuera de eso.

    • Pero quizás puede servir para evaluar esas cuestiones. Es fundamental para el entendimiento no asumir el cableado de los interlocutores.
    • Pero quizás hay cuestiones aquí escritas que sí se aplican a otros estilos.
  2. Me parece un modelo válido para muchas conversaciones. En especial, para charlas informales con gente poco conocida, o grupales, donde la intención principal no sea discutir modelos concretos, sino explorar al otro (y dejar ser explorado, claro) y compartir emociones.

    • En charlas donde se discute un proyecto o un conflicto, por ejemplo, no deberían ser un problema dar vueltas y vueltas sobre puntos específicos del mismo tema, los silencios incómodos, o que no sea divertido todo.
  3. "La razón principal por la cual no creamos más posibilidades de acción, sin embargo, es por puro egocentrismo".

    • Todo funciona si estoy interesado en el otro, con interés genuino.
    • Compartir es bidireccional. Es dar, pero también recibir. Recibir genuinamente, con interés.
    • ¡Turnos! Que mi turno no sea eterno.
  4. Los silencios también son manijas.

  5. Mucho depende de tomar las manijas que existen. Aún más en las "conversaciones" esas más difusas, extendidas en el tiempo y el espacio. Si uno no tiene intenciones de agarrar nada, pues no importa qué tan buenas sean las manijas que son ofrecidas.

    • Una suposición fuerte de todo este texto es, entonces, que las partes quieran tener el intercambio (o al menos estén abiertas a querer).
    • Un humano hábil manijeador te rema cualquier dulce de leche, solo, y saca agua de las piedras más secas. Abre puertas invisibles, y sube por vías de microrregletas. Toma el foco y te lo devuelve con magia admirable. Mucha empatía, mucha práctica, muchos errores y tanteo sin pausa; aprendizaje a base de atención completa, curiosidad amable, interés genuino.
  6. Muchas manijas implican ser vulnerables, mostrar cosas personales. ¿Pero de eso se trata, no? Compartir experiencias, compartir modelos. Sentir.

    • Ofrecer respuestas reales, que exponen, a preguntas simples como "¿Cómo andás?".
    • Preguntar de forma genuinamente curiosa, sin filtro pero con tacto. Mostrar apertura. Ofrecer un lugar seguro.
  7. Tomadores de foco versus dadores de foco: pienso que al iniciar una conversación es todavía más importante lo de tomar el foco, a menos que haya quedado una intriga pendiente (como el desenlace de algún evento, por ejemplo). Iniciar contando algo, en lugar de solamente con una pregunta dadora de foco, como para romper la inercia. En vez de un "Hola, ¿qué te contás?", quizás un "Hoy me acordé de vos porque … ¿Cómo va eso?", o también una foto o comentario sobre lo que yo estoy haciendo o me interesa —si a mi interlocutor le intereso (en este momento), le va a agradar que le comparta algo de mí—.

  8. Conversamos para refinar e intercambiar modelos, y buscamos mejores modelos para vivir más y mejor. Pero de ese intercambio hay un subproducto igual de utilitarista e interesante: la conversación nos sirve para encontrar semejantes.

    • Pares, amigos, junta, yunta, amores, colegas. Humanos que nos resultan atractivos porque compartimos modelos, y con los que queremos compartir más tiempo, ideas, emociones, vida. Humanos con los que queremos explorar juntos.
    • Y esta es una buena justificación para ofrecer más y más manijas en las conversaciones y en las "conversaciones".
      • Encontrar nuevos interlocutores.
        • Nuevos contextos. Soy mi contexto.
        • Nuevos temas de conversación.
      • Encontrar nuevos temas de interés para viejos interlocutores.
    • Igual de útil es que nos permite encontrar diferentes.

5.2 Algunas preguntas para preguntarse

Sobre las conversaciones

  1. ¿Tiendo a ser más un tomador del foco, o un dador?

  2. ¿Me intereso realmente por lo que los otros dicen?

    • ¿Tengo curiosidad genuina? ¿Finjo?
    • ¿Hago preguntas, o me las guardo?
  3. ¿Ofrezco muchas manijas?

    • ¿Cómo, cuándo, a quién?
    • ¿A quién le ofrezco menos?
  4. ¿Agarro las manijas que me ofrecen?

    • ¿Cómo, cuándo, a quién?
    • ¿A quién le agarro menos?
  5. ¿Con quiénes me resulta más fácil exponerme? ¿Por qué?

  6. ¿Con quiénes me resulta más difícil exponerme? ¿Por qué?

Sobre las "conversaciones"

  1. ¿En qué "conversaciones" participo?

    • ¿Cómo participo?
    • ¿Consumo invisiblemente? ¿Doy realimentación, aunque sea mínima?
      • ¿Por qué?
  2. ¿Me expongo públicamente? ¿Soy descubrible? ¿Soy agarrable?

    • ¿Cómo? ¿Cuándo?
    • ¿Qué manijas ofrezco para que sigamos hablando?
    • ¿De qué estoy dispuesto a conversar?
    • ¿Qué muestro de mí? ¿Cómo me muestro? ¿Qué oculto?
  3. ¿Me interesa el diálogo con cualquiera? ¿Voy a dialogar de verdad?

    • ¿O sólo quiero conversar con quien me parezca interesante o útil?

6. Cierre

Inicié con la premisa difusa de que todo pensamiento es un modelo ejecutándose. Este texto da vueltas sobre una idea, un modelo, que es simplemente un modelo más. Como todo modelo, es una simplificación quizás útil para nuestro limitado procesamiento. Quizás está muy mal modelado, y no contempla cuestiones importantes de las (buenas) conversaciones (¿qué es "buenas"?). Pero bueno, me gustó leer el original y jugar con la idea aquí. Espero no haber forzado mucho las ideas, haciendo un sobreajuste teórico.

Recomiendo leer el original, que tiene su magia (y es bastante más corto que esto): Good Conversations Have Lots of Doorknobs. Mi única crítica es que me costó entender que givers y takers eran relativos a spotlight. Los comentarios ahí tienen jugo, y hay más aquí (ahí encontré un ensayo corto lindo, sobre otro modelo de las conversaciones: The Church of Interruption). Yo encontré el ensayo de Adam en algún momento entre 2022 y 2023, y mi intención inicial aquí, hace unos meses, era traducirlo. Le escribí un mail pero no me contestó, y menos mal porque creo que con el tiempo pude conectarlo con otras ideas y usarlo como hilo para hacer un mejor aporte (para mí).

Unas últimas manijas:

Anexo: affordances

Esto era un desvío cortito, pero mejor aquí como anexo. Una de las acepciones de to afford (en inglés) es:

to allow someone to have something pleasant or necessary:

—"permitirle a alguien tener algo placentero o necesario"—, y de ahí surge affordance como:

a use or purpose that a thing can have, that people notice as part of the way they see or experience it:

—más o menos "un uso o propósito que una cosa puede tener, que las personas perciben como parte de la forma en que ven o experimentan esa cosa"—. No es un atributo del individuo/agente ni de la cosa/medio, sino algo propio de los dos, de su relación.

Affordance fue inventada por el psicólogo estadounidense James J. Gibson para describir las relaciones entre el individuo y su entorno. Su uso se extendió a otros ámbitos, y puede verse en cuestiones de diseño industrial, experiencia de usuario y hasta robótica.

Es español no hay una traducción directa. Yo aquí elegí usar la más explícita "posibilidades de acción" (1, 2, 3), pero reconozco el gran valor de una sola palabra para abstraer toda la idea. Se han propuesto las alternativas "disponibilidades", "facilitaciones", o el más directo "afordancias". Podría ser "ofrecimientos". Ganará la que gane.